16.6.09


por Anónimo Hernández

Nunca he votado. Sé que suena como una frase incendiaria y me gustaría que los motivos también lo fueran. Casi siempre ha sido porque estoy tan chiquito que no alcanzo a salir en la foto para la credencial de elector, sólo se ve mi pelambre, la frente y parte de mis cejas. La única ocasión en que los burócratas correspondientes se tomaron la molestia de colocar las voluminosas carpetas del padrón bajo mis nalguitas para asegurar que saliera en la foto, la señorita que me entregó la credencial dijo:
–Ah, caray, salió usted más feo.
Tan entretenidos estuvimos todos con el acontecimiento, que no reparamos en que mi nombre estaba mal escrito: Antónimo Hernández, que es justo lo opuesto a mi nombre, así que tampoco pude votar esa vez. Tales fallas y anomalías acabaron con mi confianza en el proceso electoral y con mis deseos de participar en las decisiones democráticas del país.
Sé que, con todo esto, no soy el ejemplo más honorable de indignación, pues a mucha gente le han hecho cosas peores, al grado que hay muchos que se niegan a votar en este 2009 y que están decididos a que su desdén no se quede allí, sino que se convierta en un modo de exigir resultados precisos, concretos, fechados, y con consecuencias bien definidas en caso de no ser escuchados.
Si ahora le tocó a la política, pronto le tocará al medio cultural (ahí está la bronca del CECUT), al medio artístico y, por supuesto, al literario. Lo juro.


Voto Nulo
Siempre he pensado que nadie tiene derecho a gobernar si no es capaz de sobrepasar al abstencionismo. Nuestros gobiernos han sido incapaces de convencer al 60 por ciento (y más) de los votantes. Para mí, eso es ilegítimo. Cuando menos, es una muestra rampante de incapacidad de todos los partidos.
Pero los políticos se pavonean trajeados y bien peinados, mientras vemos la consecuencia de su “trabajo” en cada calle, barranca y lote baldío.
La gente no quiere votar. Y en muchos casos es simple ignorancia o pereza. En otros, es descrédito.
Ese descrédito ha provocado que mucha gente no se presente a las casillas o que manifieste su inconformidad dejando la planilla en blanco. Ahora surge la idea de completar el reclamo: anular el voto de manera activa.
Puede hacerse de muchas maneras. Anulando la planilla con un tache enorme. Tachar cada cuadrito. Poner dibujos, consignas, peladeces.
Un argumento por demás válido en contra del voto nulo dice que éste reducirá los porcentajes del abstencionismo, lo cual, en cierta manera, ayuda a “legitimar” a quienquiera que resulte ganador.
Pero la importancia del voto nulo no radica en la anulación como tal, sino en las demandas que la respaldan. “La anulación del voto no es el mensaje, sino el mensajero”, dicen sus promotores.
El mensaje sostiene: puedo anular mi voto, pero si quieren que votemos por ustedes, deben cumplirse inmediatamente estas exigencias de la sociedad:
* Reducción del 50 por ciento como mínimo de los salarios de diputados, senadores, presidentes, delegados, jueces y funcionarios de alto nivel.
* Eliminación de las candidaturas plurinominales (puestos que no se incluyen en la elección directa sino que son asignados por cada partido).
* Eliminación del seguro médico particular para diputados y senadores (si no les gustan el IMSS o el ISSSTE, arréglenlos).
* Eliminación de las campañas políticas en medios masivos como radio y televisión.
A lo anterior, por supuesto, habría que añadir la inclusión del voto nulo como opción válida para próximos procesos electorales; la reducción del número de curules, cuando menos en 30 por ciento; los plebiscitos, la revocación de mandato, y un interminable etcétera. Pero con las cuatro peticiones establecidas se busca esperar una respuesta y con ello basta por el momento.


Esto significa que en esta primera instancia el voto nulo carece de valor. Sólo adquiere cuerpo cuando los políticos manifiestan su postura respecto a las peticiones mencionadas.
Desde mi punto de vista, esta propuesta lleva la discusión a un cuadrilátero más amplio y propicio: no sólo incluye las casillas sino que abarca las jornadas previas, con lo que se está poniendo de manifiesto la voluntad de los políticos para escuchar a sus gobernados.
Si optan por el caso omiso, voto nulo ahora y en las presidenciales del 2012.
Contra lo que han dicho políticos de todos los partidos, no se trata de una treta para ponerlos entre la espada y la pared, ni mucho menos de una amenaza para la democracia del país. Se trata de un mecanismo montado muy inteligentemente en una pequeña grieta de la muralla que los legisladores erigieron para mantenerse intocados por el vulgo al que supuestamente sirven; se trata de un mecanismo que ha desmontado las escenografías de los partidos y los ha dejado hablando en el aire: los ha puesto en evidencia. No olvidemos que nuestro aparato electoral es uno de los más caros en todo el mundo, pero también es uno de los más desacreditados y deficientes. Sólo 4 por ciento de la población confiá en él. Es como nuestra policía, la cual sólo tiene 3 por ciento de efectividad en estándares mundiales.


Primero que nada, es una propuesta que yo llamaría natural, sin filiación partidista ni ideológica, una respuesta decidida y frontal de parte de la gente. Eso, en un país lleno de falsedades, corrupción y conformismo, ya es un logro excepcional. Pero lo que me parece más distintivo, es que redondea sus propósitos, no se queda en el gran propósito, en la gran promesa, en cosas que generalmente no se culminan. Somos el país que siempre falla los penaltys. El país que juega como nunca y pierde como siempre. Un país que nunca termina lo que se propone. O lo culmina mal. O propone una cosa y termina otra.
Un país de traidores.
En este caso, la idea tiene los candados necesarios para evidenciar su cumplimiento. Y creo que eso, de sobra loable en un nivel político, va mucho más allá porque rompe con un tabú cultural mudamente aceptado: que somos incapaces de conseguir algo como nación, como sociedad, como cultura entera; que pueden vernos la cara de idiotas eternamente; que nunca habríamos de encontrar maneras de responder.
Quienes quieran enterarse con mayores detalles de las ideas, discusiones, propuestas y links para conocer propuestas afines puede hacerlo en:
http://edgarclement.blogspot.com
Y en:
http://edgarclement.blogspot.com/2009/06/no-pos-esta-chido.html

Por el momento, les dejo estas frases tomadas de Diego Valadés para Proceso.
* Mi voto lo anularon los partidos.
* Es cierto: sin partidos no se construye una democracia, pero con partidos dominados por el pragmatismo, tampoco.
* Los partidos nos privaron a los ciudadanos del derecho a evaluarlos.
* No me conformo con la posición de que, ante los partidos, todos los derechos los tengan ellos y todos los deberes los tengamos los ciudadanos.
* Sin importar la posición que cada partido ocupa en el espectro político, ninguno cumplió con su obligación, en el Congreso, de exigir información a las autoridades sanitarias con motivo de la reciente epidemia; ninguno ha defendido al Estado secular ante la ofensiva del clero; ninguno ha denunciado que avanzamos hacia un Estado policial; ninguno se ha vuelto a acordar de un asunto llamado reforma del Estado; ninguno ha rechazado con firmeza las restricciones a la libertad de las mujeres adoptadas por casi la mitad de los Congresos locales del país; ninguno ha impulsado el seguro de desempleo aunque todos dicen defender a la sociedad.

Otros sitios:
http://mexicoendescomposicion.blogspot.com
http://ciudad-de-mexico.blogspot.com/
http://fergarcilita.blogspot.com/2009/06/carta-abierta.html